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Un explorador polar

 

Todos los huskies se comen. No queda espacio

en el diario, y las cuentas de apresuradas

palabras esparcidas sobre la cara sombreada en color sepia de su esposa

añaden la fecha en cuestión como un lunar a su hermosa mejilla.

A continuación, la instantánea de su hermana. No perdona a sus parientes:

¡Lo que se ha alcanzado es la latitud más alta posible!

Y, como la media de seda de una reina medio desnuda

de cabaret, sube por su muslo: gangrena.

 

***

 

A Polar Explorer

 

All the huskies are eaten. There is no space

left in the diary, And the beads of quick

words scatter over his spouse's sepia-shaded face

adding the date in question like a mole to her lovely cheek.

Next, the snapshot of his sister. He doesn't spare his kin:

what's been reached is the highest possible latitude!

And, like the silk stocking of a burlesque half-nude

queen, it climbs up his thigh: gangrene.

 

Joseph Brodsky  (San Petersburgo, 1940 - Nueva York, 1996), en www.PoemHunter.com - The World's Poetry Archive

Versión de Diego Colomba

Rosario, 7/8/23

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1. Piogge d´aprile de Sergio Solmi

​

Lluvias de abril

 

En estas incesantes lluvias

de abril, se encogen los pasos,

se dispersan las voces, se corrompe

el mundo

en una nube de ruido amortiguado.

El agua del cielo lava las murallas

y las soñolientas ansias,

como las plantas, las viejas heridas

abre, pero sin ardor.

El cuerpo se hunde

despacio en el seno del tiempo

que sin ilusorias promesas nos guía

y los deseos alimenta

anónimos y difusos como hojas.

Así, sin saber,

en el sutil cambio

de pronto, nos apartamos.

Fundidos en arcilla blanda

esperamos la ola voluble

que de nuevo nos moldee.

La naturaleza redime nuestros errores,

males de un fruto suyo,

nos vuelve a sus orillas inermes y desnudos.

Y también yo a tu dulce trampa

a tus encantadores llantos y suspiros

me confío,

a ti que de golpe en el alma

bajo el nimbo lluvioso me des

tu perdón,

piadoso tiempo.

 

 

Piogge d'aprile

 

A queste interminabili piogge

d'aprile, si feltrano i passi,

si sfaldano le voci, si disfà

il mondo

in una nube di suoni assorditi.

L'acqua del cielo lava le muraglie

e i sonnolenti pensieri,

come le piante, le pene antiche

schiude, ma senza bruciore.

Il corpo tracolla

adagio nel grembo del tempo

che senza illuse promesse ci guida

e i desideri nutrisce

anonimi e diffusi come foglie.

Così, senza sapere,

nell'impercettibile mutamento

a un tratto, ci distacchiamo.

Fusi in creta molle

attendiamo l'onda volubile

che ci riplasmi.

La natura riscatta i nostri errori,

mali d'un frutto suo,

ci rende alle sue rive inermi e ignudi.

E anch'io alla tua insidia gentile

ai tuoi incantevoli pianti e sospiri

m'affido,

a te che improvviso all'anima

nel nimbo piovoso mi rechi

il tuo perdono,

bella stagione.

 

 

Sergio Solmi (Rieti, 1899-Milán, 1981), Fine di stagione, in Poesie, Mondadori, en Il club degli autori

Versión de Diego Colomba

Rosario, 15/7/23

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