MALENTENDIDOS
Lecturas equívocas, interpretaciones erráticas de poesías dadas a publicidad…
Un poema de Carlos Battilana
Materia
Miro a los niños. Uno, dos,
tres…El peso de
estos años
fue terrible
y casi no hay paz
en el
aire. ¿Quién
podrá
fuera de la política,
alejado del Capital,
decirme: este objeto
es pequeño
aquella alegría
es versátil
esto se inscribe
en el terreno de la
bondad?
Saludo con mi mano izquierda
a los próceres
del día
y camino
bajo la lluvia
a costa
del pasado.
La línea de la playa
es gris, pero hay
viento. En estos terrenos
fríos la pobreza
no es posible, el constante
sobresalto
se vuelve una moneda
real. Apoyo mis pies
en la arena, hago un hoyo
con mis manos,
arrojo
sin tristezas
un poco de materia
al aire.
De Materia (Bahía Blanca, Vox, 2010).
Fotografía de El lado ciego (Buenos Aires, Siesta, 2005).
Mirar a unos chicos en la playa, confesarse hiperbólicamente, expresar un deseo con una pregunta; saludar a esos niños desconocidos y caminar bajo la lluvia en un paisaje de frontera; tomar un puñado de arena y arrojarlo al viento: son mínimos los gestos, nos dice Battilana, con que lo humano pulsa su radical disentir con el mundo.
Ese mismo mundo que resulta estímulo físico y sensorial para el caminante, tórnase, en la breve y humilde iluminación de la anécdota, irresponsable derroche donde la materia pierde peso, objeto de un pensamiento que no se puede capitalizar (“uno, dos/ tres…” es un conteo que no supone ganancia alguna), en referente de palabras sin poder, que no ejercen la tristeza de doblegar a los otros.
La poesía moral de Battilana muchas veces se pregunta si el bien es posible. Suele hacer esa pregunta, como en “Materia”, con delicadeza y morosidad. Sin duda es la respiración del poema (la sutil escansión de los versos, a veces brevísimos, el uso del encabalgamiento, los signos de puntuación que dirigen la altura imaginaria de la voz) la que desnaturaliza frases coloquiales o palabras duras como “política”, “Capital” –con mayúscula– o “versátil” –más bastardeada aun por el discurso de la eficiencia–, que se articulan en un íntimo y extraño lenguaje. Con una suave pero irrenunciable ironía, la poesía de Battilana, en un rapto de magnanimidad, nos perdona la vida.
Diego Colomba
Rosario, 12 de octubre de 2017.