Fotones que se enamoran de electrones
La comprensión de la materia
“¡Dios nos libre y guarde!”, dice la vieja que se santigua. En la mañana de verano tenemos una intuición física fuera de lo común: Dios existe. Ha puesto, uno a uno, los ladrillos con que se construyen protones y neutrones. Partículas elementales que se cuecen en sus hornos microscópicos. Su fuego sopla detrás de la ventana, blanquea los cristales, muda el color de las cortinas. “Qué calor de miércoles”, se lamenta, a quien la inspiración le llega en ráfagas, y sorbe el primer mate de la mañana. Después escupe un largo chorro verdinegro sobre la batea. De cara al sol, sus ojos se vuelven transparentes.
Fumadores
El electrón se mueve siempre rodeado de una nube. Habría que considerarlo, si, desde ahora en adelante, nos vamos a guiar por las leyes de lo muy pequeño. Fuera de eso, no creemos en el móvil perpetuo. Necesitamos una chispa, una luz de esperanza, el súbito entusiasmo. La fricción del primer fósforo del día.
Una vida extraña
Los perros le ladran a algo detrás del tapial. Alguien dejó abierta la puerta tejido del gallinero. Entro corriendo. Todavía no abrieron las barracas y ya se oye el bochinche de las ponedoras. El viento zarandea las hojas del nogal en el centro del terreno. Una paloma yace rígida, a su sombra, en la tierra floja. Un hilito de sangre coagula cerca de un ojo abierto. ¿Cómo pudo perder la vida entre las moscas? ¿Habrá sido una gomera? ¿Un rifle de aire comprimido? ¿Quién dispararía desde la calle? Parece mentira que no sea todo vida esta mañana. Que las muertes se sigan acumulando a plena luz. Que lo vivo pueda anidar fuera del mundo.
Un ídolo muerto
Una paloma mecánica yace en la mesa de porlan. Es un juguete de la abuela. Lo guarda junto con sus muñecas antiguas. Una paloma de lata muerta que se arrastra si le damos cuerda. Pesadamente. ¡Qué fácil se descubren las honduras de nuestro ser! Ese caos de fuerzas ciegas. De locura. ¡Cuánto barullo en el pozo de nosotros mismos! Con apenas una sílaba, un sacudón de cabeza, podríamos despertar a un Dios dormido.