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Papá trajo a casa un Cuatro Ele

 Papá trajo a casa un Cuatro Ele que le dieron como forma de pago

 

Y qué si enchispara esta ruina de motor que enchastra el porlan
y explotara ilusionada en la íntima demolición de la tarde
se pregunta con menos lirismo un hombre vacío
que ensaya en la palanca de cambios
disparos sin consecuencias:
seguramente sentiría en la punta de los dedos
el ritmo alternante de una realidad que falla
desaparece y se reanima
en otra parte.

Después de leer el horóscopo 

El hombre de Capricornio
cruza
como un aliado
del tiempo
la calle
ve
con una bolsa
de basura
en la mano
una pelusa
que flota
en el aire
ajena

a la narración.
 

 

 

 


Destierro

Un vástago rapado por los piojos
que apenas hace pie en el pastizal
sigue a su madre con rezago
distraído en el relumbre de las piedras
en el agudo barullo de un grillo.

Sólo su mano acusa

el pulso severo del amor.
 

Un artista de provincia busca su propio estilo

Atisba el revoltijo de luces y de sombras que hacen
esos chicos penitentes que caminan alrededor
del mástil el director de escuela el único pintor paisajista
del pueblo que piensa en su última tela  y siente el súbito deseo
de terminar con todo: tocar la campana para no tener que buscar
a la portera que se encierra en la cocina cuando empieza
a apretar el frío revisar las nucas de los varones
y las trenzas de las mujeres propinar el coscorrón
que le debe al travieso que se fue ayer antes de hora
trepándose al tapial del fondo para encaminar de una buena vez
sus pasos hacia una casa con olor a encierro y la estufa apagada
donde esperan el caballete de campaña y una valija roída
con pomos retorcidos y pinceles. Si se apura cuenta todavía
con un poco de luz natural para dar las pinceladas finales
en el campo mismo donde brota la impresión
el pajonal del bajo donde cerdos perros galgos y potrillos
se alimentan de los restos de basura que el pobrerío
de los ranchos tira a diario mientras mira ondear las aguas
poco profundas si la brisa sopla. Sabe que lo que busca
oscuramente es la expresión en el paisaje una manera
personal de darle lumbre pero el paisaje cambia
como su misma alma que no encuentra asidero y lo obliga
a seguir manchándose los dedos. Esas cavilaciones ocupan su mente
cuando camina cargado y se detiene un segundo
para contemplar la escena que ya ha plasmado en otro
cuadro: los árboles sin hojas la paja brava una bandada
de tordos en el celaje el camino solo.

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