Los malos hábitos
Visita del fantasma
No se ha movido ni una comadreja en el baldío.
Como si todos, en la noche, estuviéramos esperándote.
Te vimos, finalmente, traspasando el tapial
y la puerta tejido.
Podemos dar nuestra palabra. Pero, ¿podría
alguien más que nosotros mismos
dar fe de nuestros ojos?
Una estrella se corrió para iluminar la parte del cielo
que nos correspondía.
No era necesaria más luz. Mirábamos alrededor
con lo que llaman el ojo
del espíritu.
Ninguno de nosotros teme infectarse por tocarte.
Cuando estés más cerca te saldremos al paso.
Te gritaremos que te detengas.
Te hablaremos de buena manera.
Nada por las malas se consigue
de una masa de aire
invulnerable.
Nuestros corazones en duelo te hablarán
tal como nos lo pide nuestro amor.
Solo el canto del gallo romperá nuestra ilusión.
Un dolor le pisa los talones a otro dolor
Tenés los dedos duros como los dedos de un muerto.
Tu pala yace abandonada.
Su descuido nos infringe un último desgarro.
Nadie soporta el patetismo de tu quinta a medio hacer.
Es lamentable, pero tus surcos no durarán hasta el Día del Juicio.
El invierno ha recrudecido.
El agua trabaja sin descanso.
Al borde de las vías
Se ha hecho larga la espera, mamá. ¿De verdad subiremos a ese tren? ¿O se trata tan solo de una de tus bromas? ¿Tan pesada como esta mole de fierros que nos hace temblar? ¿Pensar que nuestras vidas pueden descarrilar?
Encierro
Quieren
que salga
de casa.
Que vea
gente.
Que los deje
solos.
No entienden
que debo
trabajar
trabajar
y trabajar.
Para tener
un alma.