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MALENTENDIDOS

​

Lecturas equívocas, interpretaciones erráticas de poesías dadas a publicidad…

​
​
Un poema de Valeria Cervero

Tal vez lo que quede…

 

Tal vez lo que quede simplemente sea el hueso,

el que hizo de sostén todo este tiempo,

antes y después de la caída,

de la aparición en medio de la tarde

–como una maravilla

de puro olor a jazmines–,

el hueso, en medio de un cielo

que no es cielo ni arte.

¿Porque cuántas vidas abarca una vida?

¿Cuánto amor puede guardar un cuerpo?

Pero el hueso sigue ahí,

en la espera, en la dicha,

en el borde de tanto,

como el ojo del tigre en la espesura

o un destello infinito

en el desierto.

 

De Agujeros en la superficie (inédito).

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jazmines.jpg

     Si "el hueso”, tres veces nombrado en el poema de Cervero, resultara un símbolo de la esperanza, petrificaría seguramente nuestra lectura. Felizmente, esa asociación se arruina por momentos, alejándonos de la posibilidad de interpretarlo como una alegoría (metafísica). Por ejemplo, cuando el hueso puede aludir a la extrema corporeidad â”€o sensibilidad─; tiene, en ese sentido, algo de milagrosa la revelación de nuestro ser corpóreo (su tono bíblico se alimenta de revelación, caída, cielo, desierto, un tigre que espía), como el puro olor de jazmines, ese éxtasis, que nos saca de contexto y de nosotros mismos (nos instalamos en un más acá: “en medio de un cielo/que no es cielo ni arte”). La “maravilla”, dice el poema, de haber sido materia, ansiosa, anhelante, ilusionada.

     Lo vital no es solo un rasgo sino tema del poema. “Tal vez lo que quede” sea un resto esencial, el carozo de lo vivo: ese afán ciego (inhumano) de vivir. La debilidad del lenguaje para entender y dar sentido (un modalizador que debilita la aserción y el subjuntivo de la conjetura) se tensiona en el inicio del poema con la dureza, consistencia, evidencia material del hueso.

     Esa duda se refuerza con las dos preguntas centrales del poema, que pueden dirigirse hacia la mortalidad/inmortalidad humana y/o sobre el lugar donde ésta radica. ¿Cuándo se pregunta y cuándo se aserta en un poema? Porque es otra lógica la que opera en su pensar. Sus afirmaciones pueden ser verdades del corazón: mitos. Y sus preguntas pueden expresar la falta de certidumbre sobre el valor de una vida o un cuerpo, pero también funcionan como actos de habla indirectos, que expresan el asombro por lo que puede o soporta un mísero cuerpo o una simple vida. Los tres últimos versos pueden responder, en parte, a las preguntas centrales entendidas como tales: lejos de empobrecerlo, la fe hace que el mundo se vuelva más grande y misterioso.

     El hueso, el monstruo, el afán de vivir. Duro, terco, obstinado. Según el pensar de los seres reales y concretos. La fe, pues, en la inmortalidad es irracional. Se expresa, al mismo tiempo, una duda y una convicción (la esperanza). No queremos morirnos nunca, por eso no podemos no habitar la contradicción: nuestro hueso paradójico.

​

     Diego Colomba

     Rosario, 27 de diciembre de 2019.

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