La máquina de cortar pasto
La máquina de cortar pasto se detuvo, dos veces; de rodillas, encontré
Un erizo atascado contra las cuchillas,
Muerto. Había estado en el pasto alto.
Lo había visto antes, e incluso alimentado, una vez.
Ahora había mutilado su mundo discreto
Irreparablemente. El entierro no ayudó:
A la mañana siguiente me levanté y él no lo hizo.
El primer día después de una muerte, la nueva ausencia
Es siempre lo mismo; deberíamos tener cuidado
uno del otro, deberíamos ser amables
Mientras aún hay tiempo.
***
The Mower
The mower stalled, twice; kneeling, I found
A hedgehog jammed up against the blades,
Killed. It had been in the long grass.
I had seen it before, and even fed it, once.
Now I had mauled its unobtrusive world
Unmendably. Burial was no help:
Next morning I got up and it did not.
The first day after a death, the new absence
Is always the same; we should be careful
Of each other, we should be kind
While there is still time.
Philip Larkin (Coventry, 1922 - Hull, 1985), Collected Poems (Farrar Straus and Giroux, 2001) en POETRY FOUNDATION
Versión de Diego Colomba
Rosario, 4/8/23
1. Piogge d´aprile de Sergio Solmi
Lluvias de abril
En estas incesantes lluvias
de abril, se encogen los pasos,
se dispersan las voces, se corrompe
el mundo
en una nube de ruido amortiguado.
El agua del cielo lava las murallas
y las soñolientas ansias,
como las plantas, las viejas heridas
abre, pero sin ardor.
El cuerpo se hunde
despacio en el seno del tiempo
que sin ilusorias promesas nos guía
y los deseos alimenta
anónimos y difusos como hojas.
Así, sin saber,
en el sutil cambio
de pronto, nos apartamos.
Fundidos en arcilla blanda
esperamos la ola voluble
que de nuevo nos moldee.
La naturaleza redime nuestros errores,
males de un fruto suyo,
nos vuelve a sus orillas inermes y desnudos.
Y también yo a tu dulce trampa
a tus encantadores llantos y suspiros
me confío,
a ti que de golpe en el alma
bajo el nimbo lluvioso me des
tu perdón,
piadoso tiempo.
Piogge d'aprile
A queste interminabili piogge
d'aprile, si feltrano i passi,
si sfaldano le voci, si disfà
il mondo
in una nube di suoni assorditi.
L'acqua del cielo lava le muraglie
e i sonnolenti pensieri,
come le piante, le pene antiche
schiude, ma senza bruciore.
Il corpo tracolla
adagio nel grembo del tempo
che senza illuse promesse ci guida
e i desideri nutrisce
anonimi e diffusi come foglie.
Così, senza sapere,
nell'impercettibile mutamento
a un tratto, ci distacchiamo.
Fusi in creta molle
attendiamo l'onda volubile
che ci riplasmi.
La natura riscatta i nostri errori,
mali d'un frutto suo,
ci rende alle sue rive inermi e ignudi.
E anch'io alla tua insidia gentile
ai tuoi incantevoli pianti e sospiri
m'affido,
a te che improvviso all'anima
nel nimbo piovoso mi rechi
il tuo perdono,
bella stagione.
Sergio Solmi (Rieti, 1899-Milán, 1981), Fine di stagione, in Poesie, Mondadori, en Il club degli autori
Versión de Diego Colomba
Rosario, 15/7/23